Experimento
No es que la soledad le pese. No envidia a los que van de la mano, o que se miran de manera caprichosamente especial. No, nada de eso. Aún cuando su búsqueda se va tornando casi compulsiva. No, no es su reloj biológico. Incluso en este momento de su vida (como en la mayoría), la idea de pareja que convive tanto con conceptos como monogamía y compromiso, no le atrae en lo más mínimo. Y se desespera buscando, y se frustra, y otra vez se desespera. No logra concebir la idea de dedicarse a un único ser, evitando cosas como lo que sentís cuando conocés gente nueva, como la exploración de otro alma, como el regodeo en el placer agridulce del saber/no saber. Sin embargo quiere, precisa, necesita conocer a alguien fijo y concreto. No es que sueñe con desayunos acompañados ni domingos familiares. No es eso. No. En realidad, es que le es de vital importancia probar si existe ese sentimiento que dicen puede traerte otra persona; parece que logra aliviarte un poco de este mundo de violaciones, torturas y extinción.
Sucede que tiene que sacarse la duda. Necesita saber si es verdad que alguien le puede dar algo, aunque sea un poco, de esperanza.
Sucede que tiene que sacarse la duda. Necesita saber si es verdad que alguien le puede dar algo, aunque sea un poco, de esperanza.