10 febrero, 2010

Setenta Mangos y Ninguna Sartén

Algo cotidiano y de uso frecuente. Bien podría ser un balde ó un plato; no importa tanto de qué se trate. Ante la cercana adquisición del mismo, se comienzan a arremolinar los aparentes miramientos de mayor importancia. Seguro, todos con potentes justificaciones.


A saber,

-“Se podría conseguir uno de diseño. Es una cuestión de estética. Si vas elegir, que se sea algo que te guste como se ve, que te guste la forma que tiene. ¿Por qué limitarse? ¿Por qué no expandir a cada objeto de uso diario el agrado propio? Que de alguna manera sea más placentero darle uso. Que aunque se utilice para depositarle encima un pedazo de lasaña recalentada; sea distinto, especial”-

Ó acaso,

-“Después de tanto tiempo y esfuerzo laburando… ¿Para qué gastar tanta guita en algo así? Mejor, conseguir uno que sea lo más funcional y resistente en el tiempo posible. Que no haya necesidad de remplazarlo, que perdure y que sirva, que no tengas que seguir gastando en ese tipo de cosas. Tener en cuenta un mejor aprovechamiento.”-

O bien,

-“Al pedo… Cualquiera da lo mismo; que sirva a sus efectos y listo. ¿Qué necesidad de poner tanta carga en un objeto? Tanto peso no debería tener una cuestión así. No puede encerrar tantas consideraciones. ¿Será que estás desplazando la atención de las cosas que deberían importante? ¿Eso querés? ¿Preocuparte por el análisis exhaustivo de las características ideales, de algo en donde mezclás agua con lavandina?”-


La discusión crece y se sostiene. Algunos nuevos puntos de vista quieren abrirse paso…


Claro, para otro tipo de decisiones, se complica aún más estar habitado por tanta gente.

26 agosto, 2008

Otro Pequeño Gran Lujo


Y por un rato, pareciera estar todo ok.

12 agosto, 2008

Y Ahora... Damas & Caballeros...

No tanto la sensación amarga y nauseabunda casi permanente. No el pecho anudado. Ni siquiera esa tristeza omnipresente. No los ojos inevitablemente húmedos. No el sentimiento de algo triturado, astillado, corrompido y herrumbrado entre la garganta y el estómago.
No es tanto la frustración. Ni la impotencia. Ni el sentirse humillado. Casi te diría que no es tampoco ese dolor punzante que se abre paso y se ramifica imponente.
Es más bien la sorpresa. Es más bien el no poder creer que algo tan mínimo, te pueda hacer sentir tan mal.

30 mayo, 2008

¡Silencio! No Hay Banda.


Es todo una ilusión...

19 mayo, 2008

Un Pequeño Gran Lujo


Y mierda que volvieron.

20 abril, 2008

Overpowered

Entonces noto el mecheo constante dentro mis diálogos, de aclaraciones varias:
- Desde mi ignoracia.
- Hasta donde sé.
- Me parece que/Yo creo que.
- Me parece que (…) tal vez me equivoque..
- Me parece que (…) tal vez me equivoque; probablemente así sea.

En una primera lectura, se podría sugerir una humildad muy grande. Dudo que lo sea. Me parece que tiene que ver más con esa tendencia de poner siempre la red. Estar cubierto ante la potencial equivocación. Y si no es eso, será una herramienta de manipulación. ¿Quién sabe?

13 marzo, 2008

Y, sí.